Educación es una palabra tan amplia que depende de quién la dice, cobra un sentido diferente. Yo os puedo hablar de lo que significa para mi.
Desde pequeño mis padres me hablaron de la Educación como el conjunto de actitudes, capacidades y estrategias que debía ir adquiriendo en casa y en el colegio para que tuviera un futuro exitoso, tanto personal como laboral; ellos apenas tenían los estudios primarios debido a las consecuencias de la posguerra pero siempre me inculcaron valores como la sinceridad, la generosidad y la honestidad, eso también es Educación.
Cuando iba al colegio, recuerdo aquel profesor que el primer día nos obligaba a comprar el manual “Normas de la Buena Educación” de Ramón Bretón, un libro denso, rígido y displinario que había que leer y releer cada día, con cientos y cientos de consejos y deberes que identificaban a aquellas personas consideradas “bien educadas”. En mis años de estudiante, la Educación en el colegio, instituto y universidad se limitaba a la adquisición de contenidos y a la superación personal e individual buscando siempre las mejores calificaciones, había que ser el mejor, el número 1; en esta Educación no tenían cabida otros resultados. La Educación se convirtió en una competición. De esta época de estudiante recuerdo a dos profesores Laureano Rodríguez Liañez y Rafael Porlán; ellos se salieron de la norma establecida ofreciéndome otro concepto de la Educación mucho más amplio y enriquecedor con trabajos de investigación reales, sociales y alejados de tan angustiosa competitividad, eso también es Educación.
Realicé los estudios de maestro de Educación Primaria y comencé mi andadura profesional intoxicado con lo vivido en mi etapa estudiantil, calficando, exigiendo, con su montón de deberes,... pero ¿Que estoy haciendo? ¿A dónde voy? Me encontraba lo mismo que yo había vivido años atrás, me miraba al espejo y no veía a los profesores que tan buenos recuerdos me traía; seguía haciendo lo que muchos otros antes que yo: explicación, actividades, deberes, exámenes y todos quietecitos en el pupitre disciplinados. Mis alumnos lucharon en esta Educación por sobrevivir. ¿Eso también es Educación?.
Hoy soy otra persona, otro docente. He apostado por un cambio en mi labor que día a día me proporciona satisfacciones como profesional de la enseñanza. He abierto nuevas vías de aprendizaje con mis alumnos, escuchándolos, con tareas socializadoras, acercándolos a la realidad en la que viven, haciéndoles sentir útiles, estrechando lazos con sus familias, fortaleciendo su autoestima, atendiendo a la diversidad en la que me encuentro, respetando la individualidad de cada uno, mostrando el poder de la colectividad, haciéndoles más felices y más competentes, eso también es Educación.
Abogo por una Educación como un universo lleno de oportunidades que ofrecer a nuestros futuros ciudadanos del mundo, sin miedos, haciéndoles LIBRES ¿Seremos capaces? No olvides que el cambio es posible y necesario, lo tienes en tus manos. Yo ya me he puesto manos a la obra ¿ Y tú qué opinas? ¿Cuál es el propósito de la Educación para ti?
1 comentarios: (+add yours?)
Enhorabuena, todo un ejemplo de superación. Ojalá que muchos más encontremos la manera y el valor para cambiar la educación.
Un saludo
Publicar un comentario